Axis Mundi: Tomando en serio a los ovnis


Una teoría que ya no se puede tomar muy en serio es que los OVNIS son naves espaciales interestelares.

Arthur C. Clarke

 

De acuerdo con un libro próximo a publicarse, American Cosmic: UFO’s, Religion, Technology, de Diana Pasulka, investigadora de la Universidad de Wilmington, más de 50 por ciento de los adultos y más de 75 por ciento de los jóvenes estadounidenses creen que existe vida inteligente extraterrestre, porcentajes que rivalizan con la creencia en Dios en EU. Desde esta perspectiva, podemos suponer que algo sucede con las religiones en el mundo, así como con otras infraestructuras profundamente anidadas en la sociedad humana, cuando se enfrentan a la creciente presión para adaptar nuevos conceptos de conciencia e inteligencia que, muchas veces, se encuentran en las fronteras de nuestro actual entendimiento científico, conceptos que, como hemos señalado en otras ocasiones,[i] han entrado en el debate a través de la innovación tecnológica en áreas del aprendizaje-máquina e inteligencia artificial, avances en las neurociencias e integración de la investigación psíquica y prácticas de ocultismo en el discurso predominante y, más recientemente, por la cantidad de reflectores que los medios masivos de comunicación han puesto sobre el aspecto físico del fenómeno OVNI.[ii]

Es evidente que los seres humanos tenemos una tendencia hacia lo eterno, aquello que nos sobrepasa, lo inexplicable y sobrenatural. De hecho, con los recientes descubrimientos arqueológicos como en Göbekli Tepe, en lo que parece ser el primer templo, hasta el momento, de la historia humana, con una antigüedad de más de 12 mil años,[iii] así como en las investigaciones de Graham Hancock sobre qué fue lo que en realidad motivó al homo sapiens a emprender la aventura de la civilización,[iv] todo indica que ha sido la experiencia religiosa, la búsqueda de lo extra-humano, lo que ha sido el motor que separó nuestra especie del resto de los seres con los que compartimos este planeta.

Es por ello que el asunto de los ovnis y su verdadera naturaleza es un asunto que amerita tomarse en serio, desde hace mucho tiempo, sobre todo por la enorme cantidad de información falsa e imposible de verificar que circula al respecto, principalmente en Internet, junto con el peligro de caer en las manos de charlatanes y falsos mesías que han creado cultos suicidas, que ya han cobrado una gran cantidad de víctimas, como el tristemente célebre Heaven’s Gate:

Entre el 22 y el 23 de marzo de 1997, los 39 miembros de Heaven’s Gate se suicidaron en un acto que representó su salida de la Tierra. De forma escalonada, los miembros ingirieron una combinación tóxica de barbitúricos y alcohol que produjo una ralentización considerable de su respiración. Un envenenamiento que facilitó su asfixia bajo bolsas de plástico que habían atado a sus cabezas momentos antes. De acuerdo a las costumbres del grupo, cada individuo llevaba un uniforme idéntico al de sus compañeros, pero en los últimos meses se habían añadido un pequeño parche con el mensaje ‘El Equipo de la Puerta Lejos del Cielo’ que les identificaba como meros visitantes de nuestro planeta en lugar de habitantes.[v]

Es un lugar común que la mayoría de las personas que creen en los ovnis o han escuchado hablar de este fenómeno, lo consideren como originado por vehículos extraterrestres, provenientes de una civilización más avanzada que la nuestra. Sin embargo, un análisis riguroso del tema, como el que ha llevado durante más de 60 años el científico franco-estadounidense Jacques Vallée,[vi] apunta hacia una naturaleza más enigmática. Las obras de Vallée, varias de ellas en nuestro idioma, permanecen como un parteaguas en la investigación de los ovnis, tanto que muchas personas que han caído en el fanatismo de la teoría extraterrestre consideran a este investigador como un hereje.

De hecho, Vallée, quien es uno de los creadores de DARPANet, el antecedente directo del Internet, después de décadas de recopilar información sobre avistamientos de ovnis en varias partes del mundo, aplicó un análisis informático a tales datos, de donde surgió un vínculo con los reportes de personas de siglos pasados sobre hadas, duendes, ángeles, demonios, dioses y semidioses. Es decir, como lo han podido corroborar investigadores que han seguido adelante con esta premisa: las experiencias sobrenaturales de los humanos, relativas a encuentros con otro tipo de seres son, estructuralmente, una misma. Lo único que parece aplicar una variable en la “ecuación” de estos encuentros es, paradójicamente, el propio testigo, mejor dicho, lo que trae en su mente. Tal vez, por esta razón, hay personas que siguen viendo ángeles o a la propia Virgen María, en ocasiones donde otro tipo de personas vería a un ser alienígena que desafía la gravedad y otras leyes de la física, como analizó con gran precisión Vallée en su libro El colegio invisible (1975).

Al emerger totalmente ensamblados en nuestro universo local, los ovnis brindan el soporte físico de nuestros propios sueños. Nosotros hacemos el resto. Nuestros cerebros erigen una escalera de símbolos hacia los cielos oscuros donde las extrañas máquinas flotan, y nos encontramos con ellas más allá de la mitad del puente de su rareza —quizás porque, vagamente, percibimos que su irresistible y patética aventura está cercanamente relacionada con la nuestra—. Pero la teoría extraterrestre no es suficientemente buena, porque no es lo suficientemente extraña para explicar los hechos.[vii]

De hecho, éste es uno de los riesgos de no tomar en serio el fenómeno OVNI, tal como ha sido la actitud de la ‘ciencia oficial’ durante mucho tiempo: el que surja un fuerte movimiento de tono religioso a favor de los «alienígenas», tan extremista, como muchos creyentes con los que nos hemos topado en las redes, y fuera de ellas, que se convierta en una nueva inquisición, con lo cual se volvería prácticamente imposible un esfuerzo científico serio por descubrir qué es lo que en realidad está ocurriendo en nuestros cielos, y en el inconsciente colectivo de nuestra especie, como diría Carl Jung.

Y para que este escenario de pesadilla, contra el cual ya nos advirtió Carl Sagan en El mundo y sus demonios (1995), se vuelva una realidad no se ocupa gran cosa: tan sólo una prueba tangible e innegable de la existencia de los OVNIS, una pieza de tecnología que no podamos explicar, los restos de una ‘nave’ estrellada —como los del multicitado y controvertido Caso Roswell (1947)—, una imagen de naturaleza milagrosa, como la ocurrida en el evento del Cerro del Tepeyac, en 1531, y que motivó la conversión masiva de casi todo un continente al cristianismo durante la Conquista.

Y en Zacatecas no hemos sido ajenos a esta cuestión; de hecho, el destacado científico zacatecano José Árbol y Bonilla tiene el mérito de haber tomado la primera fotografía de un OVNI, en el Observatorio de La Bufa, en 1883:

En el observatorio de Zacatecas, México, el 12 de agosto de 1883, a 2 mil quinientos metros sobre el nivel del mar, un gran número de cuerpos luminosos penetró en el disco solar. El señor [José Árbol y] Bonilla telegrafió a los observatorios de México y Puebla, donde no eran visibles. Visto este paralaje, el señor Bonilla localizó los cuerpos ‘relativamente cerca de la Tierra’ […] Uno de estos cuerpos fue fotografiado: el documento muestra un largo cuerpo rodeado de estructuras indefinidas, por el temblor de alas o de planos en movimiento.[viii]

Retomando las implicaciones sobre la inteligencia artificial y el aprendizaje–máquina, más allá de las cuestiones que hemos planteado hasta el momento, debemos tomar en serio, asimismo, una pregunta que, recientemente, se ha planteado Jacques Vallée: ¿cómo deberán reformularse las tradiciones religiosas cuando colisionen con la largamente suprimida evidencia de una conciencia no humana en nuestro medio ambiente?

A este respecto, el estudioso de las religiones, Jeffrey Kripal, discípulo de Mircea Eliade e Ioan Culianu, lleva bastante tiempo dedicado a la problemática de los OVNIS y lo sobrenatural, así como a quienes estudian este ámbito de la naturaleza humana y de nuestro entorno, por lo que ha llegado a la conclusión que las «ciencias exactas», por sí solas, han resultado incapaces de lograr un avance en el estudio de dichos fenómenos, por lo que requieren del auxilio de las humanidades para, en realidad, dar un salto cuántico hacia adelante, en virtud de que, como hemos mencionado, quien presencia un hecho sobrenatural no es un mero convidado de piedra, sino partícipe directo de lo que acontece, o parece acontecer, frente a él:

Se alcanza la comprensión cuando uno entiende que [los eventos paranormales] no son solo reales, sino inherentemente participativos, es decir, que tales eventos se comportan a menudo de un modo muy semejante a los textos: se nos aparecen, pero dependen de nuestra implicación activa o «lectura» para manifestarse y tomar sentido. De algún modo fundamental que aún no logramos comprender, los fenómenos paranormales son nosotros, proyectados al mundo objetivo de cosas y sucesos, habitualmente mediante algún tipo de relato, símbolo o signo. La comprensión consiste en darse cuenta de que estamos presos en este relato, darse cuenta de que nos hallamos inmersos en un mito que se expresa a sí mismo a través de la materia, un mito sobre el cual tenemos un control muy escaso. La comprensión consiste en darse cuenta, finalmente, de que somos escritos a cada instante.[ix]

En fechas recientes, Kripal suele tomar a tres autores y sendas obras para demostrar su postura: VALIS (1981), de Philip K. Dick —cuya virtud, aquí, en Axis Mundi, parece ser su multi-presencia—; Comunión (1987), de Whitley Strieber, y Living With a Wild God (2014), de Barbara Ehrenreich. En cada caso, Kipral muestra cómo el autor describe un encuentro profundamente personal, que obliga a un cambio de vida, el cual, en cualquier cultura precedente, hubiera sido catalogado como hallarse frente a una deidad o un demonio.

Cada escritor se enfrenta a tales interpretaciones religiosas pero, finalmente, se mueve fuera de ellas para posicionar a un espécimen invisible, evidentemente real, en un ambiente en el que interactúa con seres humanos según sus caprichos e intereses, con el fin, especulan los autores, de «alimentarse» de emociones humanas, o para domarnos, domesticarnos o hacernos evolucionar a través de la comunión sexual y la simbiosis entre especies. El resultado es un nuevo conjunto de «panpsiquismos» evolucionarios, vitalismos eróticos y politeísmos biológicos que plantean un desafío a los materialismos reinantes y a las proyecciones teóricas de la ciencia y las humanidades convencionales.[x]

Por último en este asunto, que aún tiene varias aristas por descubrir, debemos mencionar que tal parece que nuestro planeta sí es especial. Según un estudio de la Universidad de Uppsala en Suecia,[xi] de los 700 quintillones de planetas que parecen existir en el Universo, ninguno tiene las características de la Tierra, cuyo origen y posición en la Vía Láctea son, por demás, privilegiados para el desarrollo de la vida inteligente… hasta que llegamos nosotros, con nuestras ansias suicidas por destruir esta joya que habitamos.

Lo anterior se suma a otro análisis publicado en 2016,[xii] donde se señala que, en base a datos rastreados desde el Big Bang hasta nuestra época, la aparición de vida inteligente en la Tierra es un hecho que aconteció de forma temprana en la evolución del Universo, por lo que aún no hay condiciones en el resto del Cosmos para que se repita este fenómeno, lo cual representa un argumento de peso a las tesis de Jacques Vallée y el desaparecido John A. Keel, respecto al fenómeno OVNI y sus «ocupantes», los cuales son una presencia real, pero no como «naves y seres procedentes de otros planetas», como asimismo indica una de las posibles soluciones a la Paradoja de Fermi.[xiii] Sin embargo, si se diera el caso de la existencia de una civilización en otro planeta, sus raíces se remontarían a nuestra Tierra, como señalan algunas tradiciones esotéricas.

Notas de referencia:

[i] https://tropicozacatecas.com/2018/04/22/axis-mundi-nuestro-universo-una-mera-ilusion/

[ii] https://mundo.sputniknews.com/sociedad/201807211080588478-luces-fenomeno-china-redes/

[iii] http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/gobekli-tepe-el-primer-templode-la-historia_6363/3

[iv] Graham Hancock, Supernatural: Meetings with the Ancient Teachers of Mankind, New York, Disinformation Books, 2006.

[v] https://hipertextual.com/2015/12/heavens-gate-religion-ovni

[vi] http://factorelblog.com/2017/08/27/jacques-vallee-e2m/

[vii] Jacques Vallee, Dimensions, Chicago, Contemporary Books, 1988, p. 269.

[viii] Charles Fort, El libro de los condenados, Reditar Libros, España, 2006, p. 180.

[ix] Jeffrey J. Kripal, Autores de lo imposible: lo paranormal y lo sagrado, Kairós, Barcelona, 2012, p. 440.

[x] J.J. Kripal, Mutant & Mystics: Science Fiction, Superhero Comics and the Paranormal, The University of Chicago Press, China, 2011.

[xi] http://www.dailymail.co.uk/sciencetech/article-3455512/Earth-really-special-None-700-million-trillion-planets-known-universe-similar-study-finds.html

[xii] Ibid.

[xiii] https://es.gizmodo.com/esta-nueva-explicacion-a-la-paradoja-de-fermi-es-tan-te-1826380521

Carlos Hinojosa*

*Escritpr y docente zacatecano

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