Axis Mundi: Trump, la fuerza de la bestia fascista


En su cobertura cada vez más condescendiente de los partidarios de Trump, los editores del New York Times y CNN están practicando la misma incredulidad testaruda, yendo al país de Trump cada vez que el presidente es atrapado en otra gran mentira para preguntarse cómo diablos la gente todavía puede amar a ese tipo. Pero si el compromiso de los partidarios de Trump parece sorprendente después de los escándalos cada vez mayores, es porque los periodistas de los medios dominantes todavía no han captado el fenómeno de Trump por lo que es en realidad: un culto.

Douglas Rushkoff

Queramos o no, debemos tratar de entender el fenómeno de Donald Trump, sobre todo por la catástrofe humanitaria en la que se ha convertido la migración a Estados Unidos, con miles de niños, mujeres y hombres hacinados en condiciones inhumanas en instalaciones de detención improvisadas —que ya han causado varias muertes—,[i] junto con los graves riesgos que su presidencia representa no sólo para el resto del mundo, sino, como hemos visto con el actual «cierre del gobierno federal», para su propio país.

Como bien señala Michael Moore en su indispensable documental Fahrenheit 11/9 (2018), lo que a simple vista parece más desconcertante de todo esto es la aparente invencibilidad política de Trump, porque, no debemos engañarnos, el Agente Naranja (como le llaman algunos cómicos opositores, por el fallido «bronceado» de su piel) puede aparentar un enorme nivel de idiotez, en el sentido etimológico del término, pero, en realidad, sabe jugar muy bien con las falsas esperanzas de quienes le dan una fuerza casi sin precedentes: la tercera parte de los 325 millones de habitantes de EUA, por lo que ya se atrevió a decir que busca un mandato tan extenso como el de Franklin Delano Roosevelt, quien permaneció 16 años en la presidencia yanqui.[ii]

El propio Trump dijo, incluso antes de ganar las elecciones presidenciales: «Podría estar en medio de la Quinta Avenida y dispararle a alguien y no perdería votantes». Por desgracia para los ciudadanos estadounidenses, esta afirmación —que suena a locura— parece ser más cierta que nunca, al menos para la mayoría de sus partidarios, y eso es algo que debería preocuparnos, así como ser un motivo para explorar los factores que subyacen en este comportamiento humano en apariencia tan inexplicable, con el fin de que podamos aprender de ello y, potencialmente, «vacunarnos».

Para ser justos, debemos reconocer que mentir es una segunda naturaleza para los políticos de todas partes del mundo, pero la frecuencia y magnitud de las mentiras del actual presidente deberían hacernos a todos preguntar por qué tal cúmulo de falsedades no han destruido su carrera política, al contrario, parece que la han fortalecido. Del mismo modo, deberíamos cuestionarnos por qué su retórica incendiaria y sus numerosos escándalos no lo han hundido en la ciénaga de la que nunca debió de haber salido. Y es que estamos hablando de un personaje que fue captado en una cinta diciendo: «Cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa. Agárralas por la vagina». Sobrevivir políticamente a ese video no fue algo normal, y podemos estar seguros de que tal revelación habría sido el fin de Barack Obama o George Bush si se hubiera difundido semanas antes de las elecciones.

Mientras docenas de psicólogos han analizado a Trump,[iii] para explicar la invencibilidad política de este individuo, creo que resulta más importante entender las mentes de sus partidarios incondicionales. Por ejemplo, para algunas personas acaudaladas que apoyan al Big Cheeto (otro de los motes con el que se le identifica en redes sociales), simplemente se trata de un asunto financiero. Trump ofrece recortes de impuestos para los ricos y quiere eliminar la regulación gubernamental que se interpone en el camino de los empresarios que ganan dinero, incluso cuando esa regulación existe con el propósito de proteger el medio ambiente. Otros, como los obreros, creen en los slogans demagógicos respecto a que el presidente está tratando de traer empleos a Estados Unidos desde lugares como México y China. Algunas personas que, suponemos, no son totalmente racistas quieren leyes de inmigración más fuertes porque consideran que un país con fronteras abiertas no es sostenible.

Todos estos grupos sociales han puesto sus preocupaciones prácticas por encima de sus preocupaciones morales. Para ellos, no importa si Trump es un abusador, o si su equipo de campaña conspiró con Rusia para derrotar a su oponente político. No es posible saber si estos ciudadanos estarán eternamente atados a Trump de la manera en que lo están otros, pero pronto lo podremos averiguar, si se permite que la investigación del fiscal especial Mueller llegue a su fin.[iv]

Por otra parte, aunque suene increíble, según un estudio que monitoreó la actividad cerebral de participantes que observaron 40 minutos de anuncios políticos y clips de los debates de los candidatos presidenciales, Donald Trump resultó como único en su habilidad para mantener la mente concentrada en sus discursos. Mientras que Hillary Clinton sólo pudo sostener la atención de los partícipes durante un tiempo, Trump conservó el interés y la excitación emocional durante toda la sesión de videos.

Este patrón de actividad estuvo presente incluso cuando Trump hizo comentarios con los que los individuos no estaban necesariamente de acuerdo. Su manejo del escenario y su lenguaje simple resuenan con claridad en algunas personas, incluso a un nivel visceral.[v] En esencia, la lealtad de los partidarios de Trump puede explicarse en parte por la adicción de los estadounidenses al entretenimiento y los Reality Shows. Para algunos, no importa lo que Trump diga porque es «muy divertido de ver». Con Donald siempre quedan preguntándose qué es lo que va a decir o hacer a continuación. Él los mantiene al borde de su asiento, y por esa razón, algunos partidarios de Trump perdonarán cualquier cosa que diga. Son felices siempre y cuando se mantengan entretenidos.

En ese orden de ideas, la ciencia ha demostrado, inequívocamente, que el cerebro conservador tiene una respuesta de miedo exagerada cuando se enfrenta a estímulos que pueden ser percibidos como amenazantes. Un estudio de 2008 en la revista Science encontró que los conservadores tienen una reacción fisiológica más fuerte a los ruidos sorpresivos y a las imágenes explícitas en comparación con los liberales. Un estudio de imágenes cerebrales publicado en Current Biology reveló que quienes se inclinan políticamente a la derecha tienden a tener una amígdala más grande —una estructura que es eléctricamente activa durante los estados de miedo y ansiedad—. Y un estudio del 2014 encontró que es posible predecir si alguien es liberal o conservador con tan sólo observar su actividad cerebral mientras ve imágenes amenazantes o repulsivas, como cuerpos mutilados. Específicamente, los cerebros de quienes se identifican como conservadores generan más actividad, por lo general, en respuesta a las imágenes perturbadoras. [vi]

Estas respuestas cerebrales son automáticas y no están influenciadas por la lógica o la razón. Mientras Trump continúe su alarmismo, retratando constantemente a los musulmanes y a los inmigrantes como peligros inminentes, muchos cerebros conservadores se encenderán involuntariamente como si fueran focos controlados por un interruptor. El miedo mantiene a sus seguidores con energía y concentrados en la seguridad. Y cuando ellos piensan que han encontrado a su protector, les preocupan mucho menos los comentarios ofensivos que provocan divisiones sociales.

Además, una teoría bien fundamentada de la psicología social, conocida como la Teoría de la Gestión del Terror, explica por qué el alarmismo de Trump es doblemente efectivo. Dicho postulado se basa en el hecho de que los humanos tienen una conciencia única de su propia mortalidad. La inevitable muerte de uno mismo crea terror existencial y ansiedad que siempre están residiendo bajo la superficie. Para manejar este terror, los seres humanos adoptan cosmovisiones culturales —religiones, ideologías políticas e identidades nacionales— que actúan como amortiguadores, inculcando sentido y valor a la vida. La Teoría de la Gestión del Terror predice que cuando se le recuerda a la gente su propia mortalidad, lo que sucede con los mensajes alarmistas, defenderá con más fuerza a aquellos que comparten su visión del mundo e identidad nacional o étnica, y actuarán de manera más agresiva contra quienes no lo hacen. Cientos de estudios han confirmado esta hipótesis, y algunos han demostrado, en específico, que provocar pensamientos de muerte tiende a desplazar a la gente hacia la derecha del espectro político.[vii]

Los recordatorios de la propia muerte no sólo aumentan el nacionalismo, sino que influyen en los hábitos reales de votación a favor de candidatos presidenciales más conservadores. Y lo que es más preocupante, en un experimento con estudiantes estadounidenses, los científicos descubrieron que el hecho de recordar la mortalidad aumentó el apoyo a intervenciones militares, por parte de las fuerzas estadounidenses, que podrían matar a miles de civiles en el extranjero. Curiosamente, el efecto sólo estaba presente en los conservadores, lo que probablemente puede atribuirse a su mayor respuesta a los estímulos que generan miedo.

Al enfatizar constantemente la amenaza existencial, Trump crea una condición psicológica que hace que el cerebro responda de modo positivo, en lugar de negativamente, a las declaraciones intolerantes y a la retórica divisoria. Los liberales e independientes, así como el resto del mundo, que nos hemos quedado perplejos sobre por qué Trump no ha perdido partidarios después de sus comentarios tan ofensivos, no necesitamos buscar más allá de la Teoría de la Gestión del Terror.

Por su parte, la sociedad estadounidense, como muchas más, ha resultado propicia para las teorías de la conspiración, lo cual se elevó a la enésima potencia con el apoyo de las redes sociales, algo que Trump ha aprovechado al máximo, poniendo en su mira a quienes son mentalmente vulnerables. Mientras que la multitud de teorías de la conspiración —que apoyan predominantemente a Donald Trump y sus aliados tan chiflados como Alex Jones y el sombrío QAnon[viii]— pueden parecer una extraña rareza de la sociedad contemporánea, la verdad es que muchos de quienes creen en ellas sufren de enfermedades psicológicas que involucran paranoia y delirios.

De hecho, la relación entre la esquizotipia y la creencia en teorías de conspiración se halla bien establecida, un estudio reciente publicado en la revista Psychiatry Research ha demostrado que dicho fenómeno sigue siendo muy frecuente en la población estadounidense. Los investigadores encontraron que aquellos que eran más propensos a creer en teorías conspirativas extravagantes, como la idea de que el gobierno de EUA creó la epidemia del SIDA, siempre obtuvieron una alta puntuación en las mediciones de «creencias extrañas y pensamiento mágico».[ix] Por ende, Donald Trump y sus aliados de los medios de comunicación se dirigen directamente a estas personas. Todo lo que uno tiene que hacer es visitar los sitios web y foros de discusión relativos para ver la evidencia de tal manipulación.

Por último, debemos referirnos a una cuestión con la que nuestros primos de allende el Bravo han batallado desde siempre: el narcisismo colectivo, una creencia compartida y poco realista sobre la grandeza del propio grupo nacional, la cual a menudo ocurre cuando un conjunto social cree que representa la «verdadera identidad» de una nación —el «círculo interno», en este caso, los estadounidenses blancos— y se percibe a sí mismo en desventaja en comparación con los «grupos externos» que se están adelantando «injustamente».

Un estudio publicado el año pasado en la revista Social Psychological and Personality Science encontró un vínculo directo entre el narcisismo colectivo nacional y el apoyo a Donald Trump. Esta correlación fue descubierta por investigadores de la Universidad de Varsovia, quienes encuestaron a más de 400 estadounidenses con una serie de cuestionarios sobre creencias políticas y sociales. Donde el narcisismo individual causa agresividad hacia otros individuos, el narcisismo colectivo implica actitudes negativas y agresividad hacia grupos «externos» que son percibidos como amenazas,[x] algo que ha provocado un aumento de ataques irracionales contra personas de origen hispano, asiático y afroamericano, donde los agresores no se detienen, aunque sus desvaríos estén siendo videograbados y transmitidos, en tiempo real, en las redes sociales.

Donald Trump ha exacerbado el narcisismo colectivo con su retórica antiinmigrante, anticultural y fuertemente nacionalista. Al referirse a sus partidarios, un grupo abrumadoramente blanco, como «verdaderos patriotas» o «verdaderos americanos», promueve un populismo que es el epítome de la «política de identidad», un término que suele asociarse con la izquierda política. Sin embargo, las políticas identitarias de la izquierda, por muy equivocadas que a veces sean, generalmente están dirigidas a lograr la igualdad, mientras que la versión de la derecha se basa en la creencia de que una nacionalidad y una raza son superiores o tienen derecho al éxito y a la riqueza sin otra razón que la identidad. Como podemos ver, y bien predijeron en su momento Philip K. Dick y Margaret Atwood, el paso de los EUA hacia una tiranía fascista finalmente ha sido dado.

Notas de referencia:

[i] https://www.nytimes.com/2019/01/04/us/mexico-wall-policy-trump.html?emc=edit_na_20190104&nl=breaking-news&nlid=57730916ing-news&ref=headline

[ii] https://www.huffingtonpost.com.mx/2018/08/09/el-documental-fahrenheit-9-11-buscara-derribar-a-trump-antes-de-las-elecciones-de-noviembre_a_23499400/

[iii] https://www.alternet.org/2019/01/yale-psychiatrist-explains-trumps-pathology-and-why-hes-now-more-dangerous-than-ever/

[iv] https://cnnespanol.cnn.com/tag/investigacion-robert-mueller/

[v] https://medium.com/s/greatescape/the-trump-cult-73b6a0efd0ee

[vi] https://www.scientificamerican.com/article/calling-truce-political-wars/

[vii] https://blogs.ucjc.edu/criminologia-iter-criminis/la-teoria-de-la-gestion-del-terror/

[viii] Para un análisis más que esclarecedor sobre tan siniestro personaje, oculto tras las bambalinas de la Casa Blanca, resulta pertinente el lúcido texto del genial escritor Naief Yehya, La crisis de la realidad: https://www.razon.com.mx/el-cultural/la-crisis-de-la-realidad/?fbclid=IwAR0JnrCy9IfaIhkBzmV3m5q9AZ4PXdbMJH2Jsx384BN38aoIrVItos6L1po

[ix] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0165178117312301

[x] https://www.researchgate.net/publication/40455337_Collective_Narcissism_and_Its_Social_Consequences

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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