Arte rupestre, legado prehispánico en el semidesierto zacatecano


La mayoría sólo las conoce a través de los libros de Historia del sistema educativo mexicano. Algunos más mediante programas televisivos dedicados al estudio de culturas primitivas.

Sin embargo, los pobladores del territorio zacatecano aún pueden tener el privilegio de admirar las manifestaciones artísticas de las culturas primitivas asentadas antes de la llegada de los españoles a tierras mexicanas.

Es el caso del semidesierto zacatecano, principalmente en Concepción del Oro, Mazapil, Melchor Ocampo y El Salvador, donde existen vestigios de culturas milenarias, que dejaron un legado que poco a poco se ha deteriorado, en parte por las condiciones climatológicas y, en gran medida también, por la destrucción de vecinos y visitantes.

Riqueza natural e histórica

Más de la mitad del territorio mexicano está ocupado por desiertos y, en el norte de América, México cuenta con el más grande de ellos: el desierto chihuahuense, que abarca los estados de Zacatecas, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, San Luis Potosí, Coahuila, Chihuahua y parte de Texas y Nuevo México.

Este desierto alberga una enorme riqueza en cuanto a diversidad de flora y fauna, y es de suma importancia el equilibrio que tiene con los distintos ecosistemas.

Nuestros ancestros prehispánicos vivían de la caza y recolección de semillas, frutos silvestres y raíces; regularmente utilizaban morteros fijos y portátiles para machacar vainas y convertirlas en harinas; además, secaban los excedentes de la carne para convertirlos en “cecinas”, que consumían en semanas y meses posteriores cuando escaseaba el alimento.

Estos grupos jamás se integraron a la vida sedentaria y todos los esfuerzos para lograr que se establecieran en algún lugar fueron infructuosos, los pocos vestigios de su transitar por la región no son suficientes para reconstruir su forma de vida.

El pueblo chichimeca y los guachichiles

Se tiene la creencia de que hace 12 mil años existía presencia de nuestros antiguos pobladores en el noreste de México. También es importante entender las costumbres y rituales de estos grupos nómadas para comprender su presencia y el legado que dejaron a su paso por esta región.

Los chichimecas, término que significa “cabeza pintada de rojo”, eran belicosos y fieros, los demás pueblos les temían y nunca pudieron ser sometidos por nadie; tampoco los españoles lograron someterlos con las armas y se enfrentaron a ellos en una lucha que duró casi medio siglo.

Al norte de lo que es hoy es la República Mexicana y allende la frontera vivían más de mil grupos humanos, una gran parte de éstos formaron parte de la Gran Chichimeca.

Para muchos historiadores, estos antiguos pobladores eran considerados bárbaros e incultos; sin embargo, al vivir en condiciones climatológicas extremas, su prioridad era la lucha por la supervivencia y, por lo tanto, su legado cultural fue muy escaso.

Algunas de las tribus que formaron la nación chichimeca fueron los zacatecos, guachichiles, caxcanes, tepecanos, tecuexes, guamares, pames y otomíes.

Los guachichiles, que son los que nos ocupan, habitaron el altiplano; eran los más belicosos y merodeaban desde Coahuila hasta el centro de México.

Se menciona que practicaron el canibalismo con fines ceremoniales, y dentro de esta tribu había dos grupos: unos eran llamados “los de Mazapil y, el otro, “los de las Salinas”; su idioma se integraba de varios dialectos entre los diferentes grupos.

Los guachichiles vivían en regiones sin fronteras o delimitaciones fijas y constantemente tenían conflictos con otros grupos, adoraban al Sol y la Luna, a los que les rendían tributo. El jefe tribal regularmente era el guerrero más valiente, vivían en constante movimiento en busca de alimento.

Esto les costaba fricciones, por lo que eran frecuentes las guerras entre los distintos grupos. Antes y después de cada enfrentamiento organizaban fiestas llamadas “mitotes”, en los que se embriagaban y consumían el peyote, que les ayudaba a acercarse a sus divinidades.

Vestigios y memoria histórica

Existen personas que se han dado a la tarea de recuperar nuestro pasado, y el hecho de que nuestros antiguos pobladores no trabajaran la cerámica y los metales ni construyeran fastuosas pirámides, no significaba que fueran bárbaros.

Se conocen algunos vestigios que dejaron para la posteridad, como son las cuevas donde sepultaban a sus muertos y donde se han encontrado herramientas hachas de piedra, ofrendas e indumentarias, entre otras cosas.

De esta manera, se está recuperando ese pasado, al que no se le daba la importancia correspondiente y, de paso, derribar las consideraciones racistas que les atribuían a los antepasados indígenas.

Rastros de la actividad humana

Un petroglifo, proveniente del griego “Petros”: piedra, y “Glyphein”: tallar o grabar, es una imagen que ha sido grabada en alguna superficie rocosa. Una pictografía son grafismos elaborados sobre las rocas mediante la aplicación de pigmentos y se conoce como pintura rupestre, que deriva del griego “¨Pictum”: pintar.

Todo esto es conocido como arte rupestre y son los rastros de la actividad humana o imágenes que han sido grabadas o pintadas sobre superficies rocosas.

Es probable que el hombre primitivo haya comenzado a comunicarse mediante pinturas y grabados en piedra lo que observaba o realizaba cotidianamente. Al plasmar sus sueños, revelaciones y fantasías nació el concepto artístico más antiguo del ser humano.

Se cree que en la mayoría de los casos eran manifestaciones de tipo religioso, y representaban eventos cotidianos relacionados con la caza, el medio ambiente, las deidades a las que les rendían tributo y a las criaturas con las que interactuaban en su entorno.

Sitios sagrados y representaciones

Se tiene la creencia de que esas pinturas eran elaboradas por ancianos o chamanes en lugares ocultos o apartados de los asentamientos, en sitios que ellos consideraban sagrados; al estar en cuevas o acantilados rocosos, se permitía que no se erosionaran o fueran objeto de vandalismo, por lo que, de esta manera, han resistido durante cientos de años.

Los materiales utilizados por las distintas culturas son muy similares entre sí, fluidos y desechos, óxidos y minerales como el carbón y la arcilla, desechos corporales, sangre, grasa animal, baba de nopal o sábila.

En esas pinturas resaltan los colores rojos, negros, amarillos y ocres. Muchos grabados son difíciles de entender y abundan las figuras humanas, manos, escenas de caza, plantas y soles, entre otras. Las formas más comunes son líneas verticales, horizontales, círculos, cruces, cuadriculas, cuernos de venado, víboras y aves.

Los chamanes tienen un peso importante en estas sociedades nómadas, ya que eran quienes se comunicaban con sus deidades, espíritus o fuerzas superiores; también eran los curanderos, por lo que en las pinturas se representaban con los brazos extendidos e incluso con cabezas de animales.

Pinturas en la zona norte de Zacatecas

El estado de Coahuila es una de las zonas más ricas en lo que a pinturas rupestres se refiere; municipios como Ramos Arizpe, Saltillo, General Cepeda, Parras y Viesca presentan este tipo de grabados.

No es casualidad, por lo tanto, que Concepción del Oro, Mazapil, Melchor Ocampo y El Salvador, municipios de Zacatecas, colindantes con estos lugares de Coahuila, cuenten también con manifestaciones artísticas de este tipo. Incluso en tiempos remotos llegaron a ser parte de las tribus chichimecas debido a las constantes migraciones.

Un lugar representativo del municipio San Pedro, Coahuila, es la Cueva de la Candelaria, en el ejido con el mismo nombre. Este sitio es considerado una cueva mortuoria, y la forma de sepultar a sus difuntos representa las costumbres y rituales de la época.

Asimismo, este tipo de manifestaciones se realizaba con los antepasados de esa región zacatecana en lugares como La Laborcilla, La Candelaria, El Pico del Teyra, entre otros. Sin embargo, los vecinos y visitantes saquearon los entierros y la evidencia desapareció.

Las huellas de una cultura primitiva

No se tiene evidencia de que estas primitivas culturas fueran sedentaria, sin embargo, también dejaron huella de su presencia en piedras grabadas y pinturas rupestres.

En esta región de Zacatecas, al caminar por los áridos paisajes y sus sierras en busca de restos fósiles (gasterópodos y moluscos), por cañadas y lomeríos, montañas e incluso bosques de este fascinante territorio, quien escribe ha encontrado y admirado el arte rupestre que manos anónimas dejaron en esta región.

Los artistas del ayer plasmaron pinturas y petroglifos, principalmente, en El Salvador, muy cerca de la comunidad Ojo de Agua, al pie de un hermoso arroyo rodeado de abundante vegetación de pinos. También en Melchor Ocampo, en las comunidades San Jerónimo y Presa de Ángeles; en Mazapil, principalmente en las comunidades Caopas, El Rodeo, Indios Rumualdo y Francisco Villa.

Son representaciones muy sencillas, en las que se muestran figuras antropomorfas y zoomorfas; las que más abundan son soles, lunas, plantas, animales y algunas son constelaciones celestes; en los petroglifos también se observan técnicas como el punteado y tallado de espirales en distintos tipos y tamaños.

Tesoro cultural

En las comunidades San Jerónimo, de Melchor Ocampo, y Ojo de Agua, en El Salvador, existen pinturas rupestres que podrían ser resguardadas como un tesoro cultural de esa zona semidesértica.

Las pinturas se ubican en elevaciones pétreas, en oquedades poco profundas, en laderas y cauces de pequeños arroyos. Éstas fueron pintadas por grupos de antiguos cazadores recolectores nómadas que deambulaban, principalmente, por el sureste de Coahuila y noreste de Zacatecas.

Su antigüedad es indeterminada, pero se considera que esta zona estuvo ocupada hace más de 10 mil años. Sus colores son básicos: rojos y amarillos, y el significado de ellas es una incógnita para los investigadores e historiadores.

De manera general, en esta región predominan las formas geométricas, líneas rectas y onduladas, espirales, cuadrados, círculos, formas laberínticas, puntos y equis de formas repetidas, probablemente interpretados como un sistema de conteo.

En ellas se encuentran elementos para medir el tiempo con líneas y puntos grandes y pequeños; también podrían tener relación con los fenómenos astronómicos, representados mediante soles, lunas, estrellas o el paso de cometas.

Las actividades cotidianas, como la caza y recolección, están presentes en trazos parecidos a figuras de animales, cornamentas, aves, reptiles, flores y cactus, entre otros.

Saqueo y destrucción

Pese a que estas pinturas se localizan en zonas muy alejadas y deshabitadas de los centros de población, son susceptibles al deterioro causado por los seres humanos, quienes las rayan con pinturas vinílicas o acrílicas y en ocasiones las desprenden con palas y talaches.

De la misma manera, los fenómenos naturales y el hecho de que se encuentren a la intemperie han provocado su deterioro de manera paulatina, ya que se encuentran en rocas y acantilados cercanos a los arroyos y ninguna de estas áreas están protegidas por las autoridades.

Ante la falta de resguardo y vigilancia, estos sitios han sufrido daños severos con grafiti, pero también se han sustraído de ahí parte de ellas al utilizarse esos espacios con fines recreativos.

Protección y promoción

Si bien son pocos los sitios del estado de Zacatecas donde se han encontrado pinturas rupestres, al menos en la región del semidesierto, las autoridades municipales, estatales y federales, mediante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no han formulado declaratoria alguna para su protección y restauración, por lo que, si eso no sucede de manera inmediata, es posible que se pierda esta evidencia cultural.

Para conservarlas, admirar su majestuosidad y perpetuar la Historia a través de estas manifestaciones artísticas, es urgente la intervención gubernamental y la conciencia social con respecto a la importancia histórica que representan estas pinturas, ya que ésos son algunos de los elementos existentes que ayudarían a conocer las culturas primitivas, el origen y transformación de la Humanidad.

Estas pinturas han sobrevivido a los elementos climáticos durante muchos siglos, pero su asombro y majestuosidad se podrían perder si no existe intervención para su protección; una vez que esto suceda, podrían ser un atractivo para detonar la visita controlada a estos sitios arqueológicos y la zona se convierta en un atractivo ecoturístico en el noreste de Zacatecas.

Honorio Pérez del Llano

Colaborador / Tropicozacatecas.com

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El historiador Honorio Pérez del Llano ha intentado recuperar las formas y figuras geométricas, así como el mensaje de las pinturas rupestres.

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