Axis Mundi – Ghost in the Shell: «en un espejo, en enigma»


En Japón, después de la derrota en la II Guerra Mundial, reconstruir significaba adoptar nuevas tecnologías. Cada década trajo más avances, así como una profunda integración de los crecientes avances informáticos. Un futuro científico–tecnológico, siempre parte de la imaginación popular japonesa, se convirtió en una fuente de esperanza, competencia internacional y orgullo patrio para un pueblo que todavía estaba bajo la vigilancia de las potencias occidentales.

En el decenio de 1980, Japón experimentó una burbuja económica cuya caída dio lugar a una profunda sensación de malestar, junto a una animadversión hacia las promesas de la tecnología, después de todo, la tecnología había traído las bombas atómicas, al tiempo que el auge de la robótica desplazó a multitudes de trabajadores japoneses. Fue entonces cuando los artistas comenzaron a reflexionar sobre lo que dicho escenario podría significar para una sociedad hiperconectada y despersonalizada. Tokio, la primera megalópolis del mundo, se convirtió en el escenario de películas animadas distópicas, como Akira de 1988,[i] mientras los mangas (cómics japoneses) abrazaron la sordidez del ciberpunk[ii] y se adentraron aún más en las cuestiones existenciales sobre el futuro de la humanidad.

Hace 25 años, Mamoru Oshii llevó a la pantalla una adaptación homónima del exitoso manga de Masamune Shirow, Ghost in the Shell (GITS), una obra maestra del anime que estableció el estándar de lo que puede ser la animación para adultos, logrando influir en un gran número de películas posteriores de Hollywood, sobre todo en la trilogía de The Matrix. Más allá de su belleza visual, en GITS se encuentra una historia sobre el futuro cercano en la que el aumento de los ciber–implantes (desde el cerebro a los ojos mejorados, llegando a los cuerpos reemplazables) obliga a algunos usuarios a repensar qué es la conciencia y lo que significa ser humano.

El «caparazón» (Shell) en cuestión es el cuerpo cibernético de la mayor Motoko Kusanagi, una agente de élite del gobierno quien es casi totalmente artificial, poseyendo sólo un mínimo vestigio de humanidad en la forma de materia orgánica cerebral. «Tal vez morí hace mucho tiempo… Tal vez nunca hubo un verdadero ‘yo’ en primer lugar», se pregunta Kusanagi. Ella y su equipo se dedican a cazar al «Puppet Master», quien está hackeando a los ciborgs en toda la ciudad por una razón desconocida, investigación donde el hilo conductor es la angustia existencial de la mayor por saber realmente lo que es.

Muchos espectadores se han sentido impactados por la perfección anatómica de Kusanagi, sobre todo por cómo se desnuda, para tornarse invisible, durante la impresionante secuencia inicial. Lo que debemos tomar en cuenta es que los cuerpos físicos son una parte importante de Ghost in the Shell: el «Puppet Master» no parece tener uno, las personas que han sido hackeadas ya no pueden confiar en sus cuerpos (o en sus mentes), y Kusanagi es constantemente perseguida por el «fantasma» (Ghost) en su propio cuerpo robótico, el cual le susurra sobre una humanidad difícil de recordar.

Por ende, la desnudez de Motoko Kusanagi resulta post–sexual (como un maniquí de tienda que no tiene órganos sexuales) y sugiere un cuerpo post–humano[iii] capaz de una fuerza, velocidad y pensamiento inhumanos, pero incapaz de crear vida: la reproducción ha sido reemplazada por la replicación. Hay miradas masculinas sobre ella, pero ninguno de sus compañeros y/o antagonistas la ve como una potencial pareja sexual. De hecho, el director Oshii quería, específicamente, que la mayor fuera una mujer no sexualizada. Para el Japón de los 90, su personaje representa una ruptura de los roles y expectativas de género. Aunque veamos su cuerpo desnudo como poseedor de cierta sexualidad, Kusanagi nunca es representada intencionalmente como «sexy».

Por su parte, el «Puppet Master», una inteligencia incorpórea, también es asexual. Su entendimiento de que la reproducción es una experiencia humana cerrada para él (la otra es la muerte) prepara el escenario para el clímax de la película, donde propone fusionar su «fantasma» con el de Kusanagi en una forma de procreación virtual y asexual. «Un dios desciende para una boda», dice la letra del inquietante tema de apertura de GITS[iv] —obra maestra del compositor Kenji Kawai—, y la unión definitiva entre la mayor y el «Puppet Master» crea, no una descendencia genética, sino un código remezclado que representa una nueva forma de vida trans–humana.

Durante una conversación entre Kusanagi y su compañero Batou, ella hace referencia a la Primera Carta a los Corintios, 13:12: «Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido»,[v] versículo de San Pablo que, asimismo, era de los favoritos del santo patrono de Axis Mundi, Philip K. Dick, como bien puede apreciarse en su novela A scanner darkly (1977, llevada al cine, por medio de animación rotoscópica en 2006, por Richard Linklater):

«‘A través de un espejo’, dijo Fred. Un espejo oscurecido, pensó; un escáner oscurecido. Y San Pablo se refería al reflejo, no a un espejo de cristal, que no existía entonces, sino a un reflejo de sí mismo cuando miró el fondo pulido de una superficie de metal. Luckman, en sus lecturas teológicas, le había dicho eso. No a través de un telescopio o un sistema de lentes, que no se invierte, a través tan sólo de ver su propio rostro reflejado de nuevo hacia él mismo, invertido a través del infinito. Como me están diciendo. No es a través del cristal, pero como reflejado por un cristal. Y ese reflejo que vuelve a ti: eres tú, es tu cara, pero no lo es. Y no tenían cámaras en aquellos tiempos, y así es la única manera en que una persona se veía a sí misma: al revés».[vi]

El versículo de San Pablo parece enmarcar los reflejos que emplea Oshii, a lo largo de la película, para mostrar la mirada interior de Kusanagi. Ella se enfrenta a su reflexión de muchas maneras, tal vez la más profunda ocurre durante un viaje a través de la ciudad, donde alcanza a observar un ciborg idéntico a sí misma, el cual trabaja en un edificio de gran altura. «Te tratan como a los demás humanos, así que deja la angustia», le dice su compañero. «Eso es lo único que me hace sentir humana: la forma en que me tratan», responde Kusanagi.

Conocer y ser plenamente conocido es la gran búsqueda de la humanidad. Conocemos en parte, como San Pablo escribe a la Iglesia de Corinto, pero cuando llegue lo perfecto, el conocimiento parcial será reemplazado por el conocimiento completo. Kusanagi siente su «fantasma» pero sabe, por experiencia directa, que puede hacer cosas que ningún humano lograría realizar. Entonces, ¿qué es ella?, pregunta que apunta, en el campo de la robótica y la Inteligencia Artificial (IA), hacia la búsqueda de lo que constituye en realidad lo «humano».[vii]

Para los aficionados al anime —y el buen cine, en general—, Ghost in the Shell representa un logro trascendental: su influencia en el ciberpunk, la ciencia ficción, el futurismo y la cultura pop continúa hasta el día de hoy, por ejemplo, la versión en acción real, protagonizada por Scarlett Johansson, se realizó apenas hace tres años, mientras que Netflix acaba de estrenar, el pasado 23 de marzo, la serie animada en CIG, sorpresivamente buena, Ghost in the Shell: SAC_2045, continuación de la aclamada GITS: Stand Alone Complex (2002–2005), la cual incluso fue transmitida por el Canal 22 de CONACULTA, cuando al gobierno federal de verdad parecía que le importaba la cultura.

Por todo lo anterior, la importancia de un filme como Ghost in the Shell radica en que las preguntas respecto a qué nos hace humanos y cómo encajamos en el Universo se plantean de una forma novedosa, sobre todo al tomar en cuenta que, a medida que nuestras tecnologías amenazan con hacernos obsoletos, las respuestas siguen hablando en voz baja a nuestros «fantasmas», mientras aún tengamos oídos para escuchar.

 

P.D. Ghost in the Shell, la versión original así como la de acción real, también se encuentran disponibles en Netflix.

[i] https://tropicozacatecas.com/2018/12/16/axis-mundi-akira-30-anos-de-un-anime-excepcional/

[ii] https://tropicozacatecas.com/2018/09/30/axis-mundi-la-victoria-del-ciberpunk/

[iii] https://tropicozacatecas.com/2018/04/15/axis-mundi-trans-humanidades/

[iv] https://www.youtube.com/watch?v=xkTgTmNlRgY

[v] https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/i-corintios/13/12/

[vi] Philip K. Dick, A scanner darkly, Mariner Books, New York, 2011, p. 250.

[vii] https://tropicozacatecas.com/2019/01/20/axis-mundi-estupidez-humana-e-inteligencia-artificial/

 

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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