Axis Mundi: Teorías de la conspiración y redes sociales


Como bien saben nuestros lectores, las teorías de la conspiración sobre el COVID–19 han animado a la gente a participar en algunas actividades peligrosas en los últimos meses,[i] desde tratar de incendiar torres de transmisión 4 y 5G, a no tomar ninguna medida de protección dentro y fuera de sus casas, incluso asistir a «fiestas del coronavirus»,[ii] donde el primero en contagiarse recibe cierta suma de dinero. No existe una explicación sencilla de por qué la gente cree en teorías conspirativas como las citadas, y lo único que pueden decir los investigadores es que las causas de tales creencias son complejas y variadas.[iii] Sin embargo, algunos periodistas, activistas y políticos[iv] culpan cada vez más a Internet, y a las redes sociales en particular, de la difusión de las teorías de la conspiración.

Las acusaciones dirigidas a las redes sociales tienden a tomar la misma forma narrativa que las propias teorías conspirativas. Puede tratarse de una anécdota, tal vez el testimonio de una fuente de confianza, como un médico, que afirma que los medios de comunicación «realmente tienen las manos manchadas de sangre».[v] O podría ser la representación del público como una víctima inocente a manos de malévolos especuladores de Internet, todo ello diseñado para atraer a personas ya dispuestas a desconfiar de las corporaciones y las empresas tecnológicas. Sin embargo, el problema con tales acusaciones es que las evidencias suelen pintar un cuadro con más matices.

Lo que es un hecho irrefutable es que las teorías de la conspiración se estaban generando, difundiendo —y creyendo— mucho antes de la llegada de Internet y las redes sociales. Pongamos de ejemplo un caso clásico: el presidente de EUA, John F. Kennedy, fue asesinado en Dallas, en noviembre de 1963. Poco tiempo después, la mayoría de los estadounidenses estaban convencidos —en contra de la explicación oficial— que el presidente había sido eliminado por un grupo no identificado de conspiradores, no por el asesino solitario, Lee Harvey Oswald. Aunque, para ser honestos, y como bien lo ha demostrado varias veces el cineasta Oliver Stone,[vi] las investigaciones sobre dicho magnicidio se han realizado con tanta opacidad que no resulta extraño que, para 1975, el 80% de los americanos creía en una o más teorías conspirativas sobre el asesinato de Kennedy.[vii]

Tomemos otro gran clásico: a finales de los años 40, alguien encontró restos de algún tipo de artefacto en el desierto de Nuevo México, cerca del poblado de Roswell. Para 1997,[viii] el 71% de los estadounidenses creían que el gobierno escondía información sobre los OVNIS, mientras el 45% aseguraba que los extraterrestres habían visitado la Tierra, y sólo el 25% confiaba en la explicación del gobierno sobre lo que realmente ocurrió en Roswell.[ix]

Una reciente encuesta realizada a los ciudadanos de EUA[x] ha descubierto que sólo pocos ejemplos de teorías de la conspiración disfrutan de tanto apoyo como las de JFK y los extraterrestres de la era pre–internet. Por ejemplo, las conjeturas de que Barack Obama falsificó su certificado de nacimiento para usurpar ilegalmente la presidencia, y que la administración Bush o algún otro grupo estuvieron detrás de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, por lo regular, encuentran apoyo entre no más del 30% del público estadounidense.[xi]

Lo que continúa siendo una cuestión abierta es si las teorías conspirativas fueron aún más extendidas e influyentes antes de la existencia del Internet. Pensemos, por ejemplo, en la paranoia anticomunista del siglo XX y la «amenaza roja», el temor a los manifiestos de los Illuminati de principios del siglo XIX, o los juicios a las «brujas» del siglo XVII.

En efecto, lo que estamos contemplando ahora, con el COVID–19, no es nada nuevo: las teorías de la conspiración han florecido a lo largo de la historia de la humanidad, y por muchas razones. Algunos psicólogos sugieren que son un subproducto natural de los mecanismos psicológicos evolutivos presentes en nuestro ADN,[xii] los cuales nos ayudan a detectar amenazas y protegernos de grupos rivales. Por su parte, los historiadores encuentran que las teorías conspirativas han sido una presencia regular, utilizada tanto por líderes como por grupos marginales para difundir su mensaje y construir coaliciones.[xiii]

A pesar de que repiten algunos elementos de conjeturas pasadas, las teorías de la conspiración del COVID–19 resultan nuevas y desconcertantes, al tiempo que se difunden como reguero de pólvora a través de YouTube, Reddit, Facebook, WhatsApp y Twitter. Pero bastantes análisis contemporáneos sólo ven teorías de conspiración particulares, en lugar de las estructuras básicas compartidas por todas esas creencias.

Recordemos que, en el pasado y hasta fechas recientes, los videojuegos, la música rock, la televisión y los cómics fueron métodos de comunicación a los que se culpaba por los supuestos nuevos males de la sociedad. En la década de 1980, por ejemplo, recuerdo que, cuando estaba en la secundaria, se decía que el popular juego de mesa Ouija estaba corrompiendo a la adolescencia y la juventud, incluso se publicaron historias con supuestos expertos que atestiguaban que el juego podía convocar a demonios reales, todo lo cual representa una teoría conspirativa que aún sigue vigente.[xiv]

Por otra parte, investigaciones en ciencias políticas y psicología[xv] muestran que las motivaciones para creer o no en las teorías de la conspiración no están relacionadas, en gran medida, con métodos de comunicación particulares. Lo que los investigadores llaman «razonamiento motivado»,[xvi] por ejemplo, lleva a la gente a aceptar teorías conspirativas que son congruentes con las motivaciones políticas y sociales existentes, y a rechazar las que son incongruentes con dichas motivaciones. En consecuencia, lo anterior explica por qué es más probable que partidarios de Trump —en vez de sus opositores— crean la teoría conspirativa de que la amenaza del COVID–19 está siendo exagerada para perjudicar la presidencia del Gran Cheeto.[xvii]

Asimismo, muchos de los estados psicológicos que hacen atractivas las teorías de la conspiración tienen poco que ver con las redes sociales. La incertidumbre, la impotencia y la ansiedad —sentimientos causados por un creciente número de muertes, el desmoronamiento de la economía y el aislamiento social— siempre serán exacerbadas por una pandemia, independientemente del tiempo que se pase en Facebook o Twitter.

En otras palabras, la gente cree en las teorías de la conspiración por una serie de razones conscientes e inconscientes, no somos simples pizarras en blanco, monigotes dispuestos a creer cualquier idea a la que estemos expuestos. Sin embargo, independientemente de su largo historial, o su reciente difusión en las redes sociales, las teorías conspirativas plantean un problema para la sociedad;[xviii] pero atribuir, erróneamente, el origen y la culpa de las teorías de conspiración a las redes sociales sólo asegura que persistirá la problemática que éstas plantean.

 

Notas de referencia:

[i] https://allianceforscience.cornell.edu/blog/2020/05/covid-10-principales-teorias-de-conspiracion/

[ii] https://www.eluniversal.com.mx/mundo/asi-son-las-fiestas-covid-en-alabama-el-que-se-infecta-primero-gana

[iii] https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/pops.12568@10.1111/(ISSN)1467-9221.2019-conference-vi

[iv] https://www.theguardian.com/commentisfree/2019/oct/26/what-happened-when-alexandria-ocasio-cortez-came-face-to-face-with-facebooks-mark-zuckerberg

[v] https://www.nbcnews.com/tech/tech-news/what-are-we-doing-doctors-are-fed-conspiracies-ravaging-ers-n1201446

[vi] https://www.youtube.com/watch?v=hd7IpYj1GtI

[vii] https://news.gallup.com/poll/165893/majority-believe-jfk-killed-conspiracy.aspx

[viii] https://news.gallup.com/poll/266441/americans-skeptical-ufos-say-government-knows.aspx

[ix] https://tropicozacatecas.com/2020/04/05/axis-mundi-ovnis-y-proyecto-libro-azul/

[x] https://www.theatlantic.com/health/archive/2020/04/what-can-coronavirus-tell-us-about-conspiracy-theories/610894/

[xi] http://publicmind.fdu.edu/2013/outthere/final.pdf

[xii] https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/1745691618774270

[xiii] https://global.oup.com/academic/product/real-enemies-9780190908560?cc=us&lang=en&

[xiv] https://elcorreoweb.es/la-aventura-del-misterio/el-juego-maldito-el-tablero-ouija-DD2746849

[xv] https://www.theatlantic.com/health/archive/2020/04/what-can-coronavirus-tell-us-about-conspiracy-theories/610894/

[xvi] https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/ajps.12234

[xvii] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52793795

[xviii] https://blogs.publico.es/alberto-sicilia/2020/06/15/como-las-teorias-de-la-conspiracion-nos-ponen-a-todos-en-peligro/

 

Carlos Hinojosa*

*Escritor y docente zacatecano

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